Epicuro, en mi opinión fue unos de los pensadores más brillantes de la Historia y fue gracias al redescubrimiento de su obra en el Renacentismo, transcrita en un bellísimo poema por Lucrecio "De Rerum Natura De la Naturaleza de las Cosas" donde en forma de versos nos muestra toda la filosofía epicurista que hoy en día conocemos su grandiosidad.
Es en esta filosofía y en este poema que podemos ver la cuna del pensamiento científico, ético y humanista que conocemos hoy. Y no fue pura casualidad que tanto Epicuro como sus seguidores hayan sido perseguidos y difamados por tantos años por algunas creencias.
Epicuro creía en la amistad y en la felicidad. A diferencia de otros filósofos en su Jardín todos podían entrar y para el espanto de su época incluso las mujeres tenían ese derecho, el de filosofar.
Sus alumnos no lo consideraban un maestro en el sentido tradicional de la palabra, la verdad es que formaban un grupo de amigos que se juntan por el gusto de conversar. El ejercía su influencia no sólo por lo que enseñaba, él además era un hombre amable y bondadoso con todos, incluso con los humildes y los esclavos y a pesar de su terrible y dolorosa enfermedad siempre continua cultivando amistades
Conocemos pocos documentos de este grande pensador, pero estos pocos son suficientes para reflexionar por muchos años. Conocemos tres cartas y mi preferida es la carta a Meneceo donde habla principalmente sobre la moral y la inicia diciendo:
"Que ninguno por ser joven vacile en filosofar, ni por llegar a la vejez se canse de filosofar. Pues no hay nadie demasiado prematuro ni demasiado retrasado en lo que concierne a la salud de su alma. El que dice que el tiempo de filosofar no le ha llegado o le ha pasado ya, es semejante al que dice que todavía no ha llegado o que ya ha pasado el tiempo para la felicidad. Así que deben filosofar tanto el joven como el viejo; éste para que, en su vejez, rejuvenezca en los bienes por la alegría de lo vivido; aquél para que sea joven y viejo al mismo tiempo por su intrepidez frente al futuro. Es, pues, preciso que nos ejercitemos en aquello que produce la felicidad, si es cierto que, cuando la poseemos, lo tenemos todo y, cuando nos falta, lo hacemos todo por tenerla."
Además de las cartas tenemos las Máximas Capitales. Aquí, Epicuro en 40 reflexiones nos resume su sistema de pensar. Algunos de sus críticos lo presentan como alguien que sólo predica la moral del placer. Pero entendamos que es el placer para él. El placer para Epicuro es una vida saludable, es la prudencia, es la busca de la felicidad sin temor a la muerte y a los dioses.
"Así, cuando decimos que el placer es fin, no hablamos de los placeres de los corruptos y de los que se encuentran en el goce, como piensan algunos que no nos conocen y no piensan igual, o nos interpretan mal, sino de no sufrir en el cuerpo ni ser perturbados en el alma. Pues ni fiestas y banquetes continuos, ni el goce de muchachos y doncellas, ni de pescados y cuanto comporta una mesa lujosa engendran una vida placentera, sino un cálculo sobrio que averigüe las causas de toda elección y rechazo y que destierre las falsas creencias a partir de las cuales se apodera de las almas la mayor confusión. De todo esto, el principio y el mayor bien es la prudencia. Por ello, más preciosa incluso que la filosofía es la prudencia, de la que nacen todas las demás virtudes, enseñándonos que no es posible vivir placenteramente sin vivir prudente, honesta y justamente, ni vivir prudente, honesta y justamente, sin vivir placenteramente."
La tranquilidad del alma y la luz del espíritu son dos característica únicas y originales del pensamiento epicurista. Para este modo de pensar sólo alcanzamos esta tranquilidad por la teoría general del universo, que es el atomismo, y así hace desaparecer todo el temor y toda perturbación. Al leer su física atomista vemos que niega totalmente la física estoica que defiende la divina providencia, la creencia en el destino, las adivinaciones y la inmortalidad del alma.
Epicuro afirma que la muerte no debe ser temida ya que ella no es un mal, él dice:
"La muerte no es nada para nosotros. Cuando se presenta nosotros ya no somos". Y así con esta serenidad y apreciando la vida y la amistad se despide de Idomeneu: "Te escribo al final feliz de mi vida, las enfermedades no me abandonan ni pueden aumentar; pero a todo esto opongo la felicidad que tengo en el alma, gracias al recuerdo de nuestras discusiones en el pasado"
Desde mi perspectiva, y mi amor por la filosofía, creo que leer Epicuro y sus seguidores nos abre puertas para reflexionar sobre los caminos para la felicidad, los amigos y sobre otros placeres que a veces olvidamos.
Epicuro nos enseña que la ética no es algo difícil de ser alcanzada, basta ser un Ser humano y querer a los otros seres humanos. Basta comprender que somos todos hechos de los mismos átomo y que el universo es igual a nosotros.
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