Y de pronto nos damos cuenta que él nos mira, arreglamos el pelo, inclinamos un poco la cabeza, lo miramos, bajamos los ojos, las mariposas en el estomago empiezan a revolotear, las manos sudan, no se piensa en nada más. Ansiedad, un poco de angustia… ¿Qué es esto?Cuentan que había una mujer, una diosa, la más bella de todas que alguna vez los hombres o dioses ya conocieron. Dicen que nació ya adulta entre la espuma del mar, que nunca pudo ser fiel. Relatan que gracias a un supuesto cinturón donde escondía todos sus encantos, las palabras seductoras, la ternura y el deseo no había hombre ni dios que no cayera en sus brazos, hasta las mentes mas sensatas se rendían a sus pedidos si ella así lo quería. Ella es Afrodita, la diosa de la pasión, del deseo, de la fertilidad. Conocida en Roma como Venus y simbolizada por las palomas, cisnes, delfines y granadas. Infiel, celosa bélica y voluble como son las pasiones pero al mismo tiempo dulce y seductora.
Afrodita descubre un día que existe otra mujer tan hermosa como ella, una mortal llamada Psique. Sin pensarlo mucho, y como corresponde a los seres pasionales, le pide a su hijo Eros, también conocido como Cupido, para que le lance una de sus flechas y la haga enamorarse de el mas feo de los mortales. Eros trata de cumplir el deseo de su madre pero no puede ya que se apasiona por Psique.
Eros y Psique pasan largas noches de amor juntos y a pesar de que ella no lo puede ver, su amor por él crece día a día. Pero la intriga y la desconfianza le hacen perderlo. Mas su amor por él y el amor de él por ella superan todos los obstáculos, incluso los divinos, y como en un bonito cuento de hadas, superada la pasión Eros y Psique terminan unidos en el amor.
Al final ¿qué es la pasión? ¿Como podemos saber la diferencia entre pasión y amor?
Pienso que los griegos ya lo sabían muy bien. Sabían que eran cosas diferentes y es por esto que en su mitología tenían personajes diferentes para mostrarlo. Sabían también que nadie está libre de sentir ni una cosa ni la otra, ni dioses ni mortales, ni griegos ni troyanos. Nadie se salva de sentir por lo menos una vez en el vida pasión, y el que no la ha sentido… bueno una lástima.
Hay algunos que piensan que sobre estos asuntos, la ciencia no debería opinar ya que no son cuantificables o porque pertenecen a alguna esfera del orden metafísico, pero como algunos científicos son porfiados opinan e investigan igual y ahora dicen que no es el corazón que manda en la pasión y en el amor. Dicen que es el cerebro.
La antropóloga Helen Fisher decidió en 1996 preguntarles a personas de diferentes culturas que sentían cuando estaban enamorados. Para la mayoría, sin importar la etnia, la edad, el sexo o si era bonito o feo, el ser amado era perfecto, incluso sus defectos eran considerados divertidos.
Fisher afirma que hay tres etapas en el amor. La primera es el deseo y básicamente esta comandada por las hormonas y nos hace salir a buscar nuestros objetos de deseo.
La segunda etapa es la pasión o el enamoramiento. Es aquí cuando gracias a algunos neurotransmisores pasamos a sentir sudores, falta de apetito, imsonio, euforia, no podemos pensar claramente y todo esto sólo por mirar o pensar en nuestro amado. Lo mejor (o peor) es que a nuestro cerebro le encanta esta sensación provocada por estas drogas naturales y lo único que queremos es más y más de ellas. La norepinefrina nos excita, la serotonina nos descontrola y la dopamina nos hace sentir felices. ¿Quién no quiere sentirse así? Pero Fisher afirma que esto sólo dura entre 18 y 30 meses.
Todo estos neurotransmisores son controlado por otro, con nombre complicado:
Feniletilamina que además esta presente en el chocolate!!! Y como al cerebro le gusta, y mucho esta sensación, algunas personas se vician en feniletilamina (bien parecida a la anfetamina). Son los conocidos enamorados eternos. Los infieles, los que siempre buscan nuevas relaciones.
Llegamos a la tercera etapa la del amor “sobrio” la etapa del vínculo. Aquí, si sobrevivimos a la pasión y gracias a otros dos ayudantes la oxitocina y la vasopresina permaneceremos junto a nuestro amado, bueno, por lo menos cuanto dure.
La oxitocina que también es conocida como la hormona del cariño y hace algunos años en un estudio se verifico que si la inhalamos pasamos a sentir más confianza en el otro, también es liberada en cantidades durante el orgasmo. Ó sea, un consejo para dos situaciones. ¿Se quiere enamorar?: haga mucho el amor. ¿No quiere? Entonces no lo toque, no haga el amor, no haga nada que estimule su sistema de recompensas cerebral. ¿Será posible?
En fin, todo esto ¿cambia en algo lo que sentimos en relación al amor o a la pasión? Pienso que no. Saber como era la luna no hizo que los poetas dejaran de admirarla, así como saber los componentes del chocolate no me hacen abandonarlo.
Como me dijo una buena amiga poeta enamorada del amor: “Como sea, el tipo de amor que disfrute, es mejor que no sentir ninguno”
¿Y que pasó con Afrodita? Bueno no se bien, creo que siguió teniendo varios amantes, provoco una que otra disputa y se apasionó por el más bello de todos: Adonis. Me imagino que esta relación debe haber durado un poco más ya que sólo lo puede ver algunos meses por año y así mantiene viva la llama de la pasión.
1 comentario:
Un relato claro, prístino y lógico, que jamás no hará comprender porqué, si tenemos la disección tan clara de lo misterico, pasamos por el camino riesgoso y peligroso que decimos haber identificado.
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