
Escucho a algunas personas decir que no les gustan estos días, me cuentan que se ponen tristes o depresivos en estas fechas, algunos me explican sus razones y otros, casi siempre, no saben porque.  
Ya otros se ponen contentos y celebran desde el primero de diciembre, se preparan para la fiesta del año nuevo, convidan a toda la familia, los amigos, hacen de este momento un momento de celebración que vale por todo el año.
Yo les pregunto siempre como fueron sus navidades cuando niños, como son sus recuerdos de esta época de fin de año, como celebraban en sus casas o como no se celebraba, como ven hoy en día a ese niño o niña que sin entender mucho el significado de estas fechas veía un mundo de adultos comportándose diferentes.
En mi familia la navidad se celebraba durante todo diciembre.  Mi abuela armaba un pesebre enorme donde las figuras se ponían en un escenario de papel pintado muy arrugado que formaba valles y montes por donde caminarían durante todo diciembre los pastores y los reyes magos, llegando sólo en la noche del día 
Su cunita de paja se mantenía vacía y así como los reyes caminaban, por un acto de magia, sin que nadie se diera cuenta, el niño nacía en el momento que mi abuela así lo quería, cuando ya eran los primeros minutos del día 25.
Nos pasábamos tardes enteras mirando a los reyes esperando ver algún movimiento, algún paso.  Muchas veces juramos que los habíamos visto caminar y avanzar un poquito en su largo recorrido hasta la gruta del niño que iría nacer.
Todos ayudábamos a armar los árboles y los pesebres, no nos importábamos mucho con las figuras o las bolas que estaban quebradas, igual se ponían todas y siempre algún adorno tenia una historia, de cómo había sido comprado, quien lo había hecho, como se había quebrado.
Todo brillaba mucho en las casas de mis abuelos y corríamos de una casa a otra para poder aprovechar bien la noche del 24.
Mis hermanos y yo tuvimos la suerte de tener siempre tres navidades, una en cada casa de los abuelos y por ultimo al despertar la de nuestra casa cuando salíamos de pijama a jugar con los amigos del barrio con todo lo que nos habían regalado.
Mis recuerdos no son de regalos aunque si los tuve.  Mis recuerdos son de brillo y colores, son de olores de pan de pascua y comidas.  Olores de goma nueva y papel.  Son recuerdos de risas, ruidos y alegría.
No son recuerdos de árboles o nacimientos perfectamente bien decorados ni de promesas de felicidad o regalos, son recuerdos de juegos y fantasías que al fin y al cabo es lo que un niño creo que necesita.
Hoy cuando leo o escucho a las personas tristes en estas fechas no puedo dejar de pensar y preguntar 
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