jueves, abril 05, 2007

Los Helados - escoger, cambiar y mantener


Responde esta pregunta antes de seguir leyendo. ¿Te gustan los helados? Bueno, si dijiste que si entonces puedes seguir la lectura ya que si no te gustan creo que no te interesará para nada lo que voy a decir a seguir.

Creo que todos tenemos algún recuerdo de infancia con helados. Algunas vez fuimos premiados con alguno o quizás castigados, lo que es un recuerdo peor, y no nos dejaron tomar un exquisito helado porque nos portamos mal o porque hacia frío o estábamos resfriados. Todavía no entiendo esa relación que algunas personas hacen entre hacer frió y no tomar helados. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra digo yo?

Pero tomar helados no es solo eso, parece que a nuestro cerebro también le gusta tomar helados. En una investigación realizada por la Unilever en el Centre for Neuroimaging Sciences en Londres descubrieron, a través de imágenes lo que ya sabíamos por pura experiencia, una cucharada de helado “ilumina” las mismas zonas de placer en el cerebro que otros estudios sobre cortex ya habían mostrado.

Pero esto no es todo. Todavía pienso que hay mas sobre tomar helados. Tomar helados hoy en día no es algo tan fácil. Todavía me acuerdo de la época cuando con mi amiga juntábamos unas monedas y toda la duda se resumía en frutilla o bocado. Después aparecieron las heladerías con todos sus sabores nuevos y exóticos y ahí la cosa se empezó a complicar un poco. Hoy en día son tantos los sabores y tantas las heladerías que decidir que tomar es una tarea que requiere bastante trabajo o placer, depende de cada uno y este el punto donde quiero llegar.

¿Cómo escogemos nuestros helados?

Creo que uno puede tener una pequeña idea sobre una persona o sobre si mismo si la observa o se observa escogiendo helados.

Así, me ha tocado ver algunas personas que no se les gusta probar un helado nuevo. Son fieles a su sabor de toda la vida, la misma marca y si es posible la misma heladería. Entran decididos en la heladería, piden sin ninguna duda y sin mirar para el lado el sabor que quieren y salen contentos con su sabor conocido y seguro.

También he visto los que miran con ganas los otros sabores y se pasean por todo el mostrador mirando los otros helados pero parece que no se atreven a pedir una prueba por lo menos para ver si les gusta y al final con una pequeña, una sutil resignación piden otra vez el conocido de siempre.

Otros piden para probar algunos sabores diferentes, algunos les agradan otros no, pero al final vuelven a su sabor antiguo, aquel viejo amigo conocido. Pero quien sabe la próxima vez…

Bien interesante me parecen eses que llenan de otras cosas sus helados, galletas, salsas, dulces, cremas y frutas. Al final el helado es lo que menos cuenta, pero sus helados son siempre muy bonitos, coloridos, lúdico y principalmente enorme. Creo que aquí lo que cuenta es el tamaño, cuanto más mejor.

Y hay también aquellos que prueban varios sabores, aprecian con calma los nuevos que no conocían, prueban otra vez los que podrían haber olvidado, sólo para comparar. Meditan bastante y piden para probar otra vez si es posible. La decisión es importante, bien o mal es un helado, el cerebro lo agradecerá. Por fin escogen entre el que más les gustó en ese momento.

A veces, como es muy difícil decidir, escogen dos sabores y salen como todos los otros sonriendo, felices y contentos con su helado, sintiéndose premiados por haber escogido un helado.

Tomar helados es algo serio y es serio porque para algunos, para los que nos gustan los helados, son minutos de felicidad, son recuerdos de infancia, son momentos de tomar decisiones, de arriesgar algo nuevo, de recordar lo antiguo, de cambiar algo, si es que queremos o de mantener lo que deseamos con una pequeña frase:

¡Quiero un helado!

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